Después de dejarnos un 4 de diciembre de 2012, miles de aficionados Tuzos te despidieron en el Estadio Hidalgo, en aquel último adiós en el que quedaste por siempre en el corazón de tu ‘hinchada’.
PACHUCA, HGO.- Tú última vuelta olímpica a tu casa, el Estadio Hidalgo, se dio aquel miércoles 5 de diciembre de 2012, una de las tardes más emotivas para el Club Pachuca en muchos años, previos y posteriores, como en aquellos ‘Inviernos Mágicos’ que nos regalaste en varias ocasiones; sin embargo, aquella no fue una tarde de festejo, Miguel; más bien, fue una tarde dolorosa, triste, de incredulidad, en la que tu leal afición te brindó su llanto, sus gritos, sus porras, y su amor por última ocasión, al menos en tu presencia física, porque tu alma desde entonces está en presencia del creador.
Aquellos días fueron días tristes, complicados, por los que nadie desea pasar, porque abandonaste este mundo terrenal como el gran portero, como la leyenda del futbol y por supuesto de los Tuzos, como el gran amigo, pero sobre todo como el gran ser humano que siempre fuiste. Te fuiste Miguel Calero, arquero de gran estampa, que llegaste en un junio del 2000 para ser presentado de manera espectacular como refuerzo del Pachuca, sobre el mismo césped en el que aquella tarde también te velamos.
Y en esa misma cancha que besaste en aquel 22 de octubre de 2011 cuando te retiraste colgando un ‘0’ más en tu historial, cuando en los días previos emitiste algunas frases que han quedado para la posteridad e indelebles en la memoria de tu hinchada blanquiazul (como tú decías), como aquella: «Al hincha de Pachuca les agradezco, les pertenezco, me pertenecen… llegué Tuzo, crecí Tuzo, me voy Tuzo y seguramente moriré Tuzo”.
Previo a tu llegada, durante y al final de tu última estancia en el ‘Huracán’ tu público se te entregó con cánticos como sólo ellos saben hacerlo:
«No, Calero no se va, no se va, no se va, Calero no se va»
«Miguel… si puedes tú con Dios hablar, pregúntale si alguna vez yo… te he dejado de alentar»
«Miren, miren que locura… miren, miren qué emoción, ya llegó Miguel Calero, llegó a Pachuca para ser campeón»
Mientras tanto en la tribuna Norte se desplegó una enorme manta con otra de tus palabras emitidas tras anunciar tu retiro: «Si volviera a nacer me llamaría Miguel Calero, sería portero y vestiría a huevo los colores del Pachuca»
De momento todo se paralizó, tus familiares y amigos cercanos encabezando el cortejo fúnebre entraron por el túnel a la cancha y enseguida tu féretro blanquiazul pisó la cancha del ‘Huracán’ enmarcado por una gran ovación de tu afición, para dar tu última vuelta olímpica como tantas veces lo hiciste para salir triunfante, esa tarde no fue la excepción. ¡Esa tarde volaste al cielo, Cóndor!
Ese día tu equipo te cargó en hombros, en correspondencia a las innumerables veces que tú lo hiciste con ellos, al frente tres de los porteros producto de tu legado: Rodolfo Cota, Alfonso Blanco y Carlos Velázquez.
Llegaste al centro del campo, uno a uno tus amigos y compañeros Tuzos pusieron a tus pies los trofeos de las glorias que nos entregaste a lo largo de todos esos de amor mutuo e incondicional con Pachuca. Gabriel Caballero llegó para entregarte la conquista más grande que alcanzaste a su lado para alegría de tu Pachuca y del futbol mexicano: la Copa Sudamericana, mientras el video de tu homenaje era pasado en las pantallas gigantes.
De inmediato dio inicio el acto litúrgico en petición ante el señor por tu eterno descanso. ¡Dios te siga bendiga a ti y a tu familia, Miguel! El sermón del Padre Marciano nos brindó un poco de consuelo ante tu partida, mencionándote a ti Miguel Calero, como el hombre que hermanaste a México y Colombia; estremecedoras palabras que desde entonces nos tienen permanentemente comprometidos a seguir entregando el mismo amor y trabajo que brindaste por esta institución.
Tus cenizas fueron repartidas entre tu madre patria Colombia, y tu patria por elección: México. Y desde aquel día tienes un lugar especial en ese tu estadio, y por supuesto en nuestros corazones.
Tras la misa, Milton, tu hermano agradeció en tu nombre y en el de tu familia, la cálida acogida que te dimos en Pachuca a lo largo de todos esos años. Enseguida, tu seres queridos llegados desde Colombia para estar ahí contigo, para despedirte, te rodearon y tomados de las manos alzaron los brazos a la mitad del terreno de juego, mientras tu hermano exclamó: «¡Vuela alto Cóndor!»
La misa en tu honor terminó y para tu partida se escuchó la canción ‘Amigo’ de Roberto Carlos, para que tu afición te despidiera por última ocasión, al tiempo de que tu adorada playera blanquiazul se extendió sobre tu afición en la tribuna Norte de ese estadio en el que tantas alegrías nos brindaste.
Esa fue la última vez que estuviste presente en tu Estadio Hidalgo y tu ‘hinchada’ como tú le decías, te despidió, te lloró y te ovacionó como lo hizo por tantos años… pero ten por seguro que siempre sigues presente en el corazón y en la memoria de toda tu gente que tanto te quiere, siempre te recordaremos.
Gracias por todos los momentos, gratos y amargos que tú y yo pasamos juntos a lo largo de todos esos años. ¡Gracias Miguel, hasta siempre!
¡Venga Calero, venga Calero!
¡A 8 años de tu inesperada partida, tu leyenda sigue más viva que nunca, 'Cóndor'! 🌟🧢#VuelaAltoCóndor #TeJuroQueTeAmo💙 pic.twitter.com/Aa12KNlZcO
— Club Pachuca (@Tuzos) December 4, 2020
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¡¡¡¡¡Vuela en lo alto, CÓNDOR!!!!!